Una historia que contar.

22 Jul

Este testimonio acaba de llegar al blog en forma de comentario.

«Hola Sergio, cómo te va?

(…)
Voy a intentar identificarme, va a ser complicado pues con toda la gente con
la que habrás hablado en estos meses me imagino que no puedes recordarnos
a todos.

Sólo hemos hablado una vez y durante unos minutos, en la presentación
de tu libro en …, un poco antes de salir de la sala me presenté, (…) y te comenté que tenía un hermano que padecía ciclotimia.

Hablamos sobre mi interés en que mi hermano te conociese, yo ya había leído tu libro y según lo estaba leyendo la vida de mi hermano parecía pasar por delante de mis ojos. Tú me contestaste que en este momento lo mejor, con todo lo del libro, era contactar a través de tu blog, así es que eso es lo que estoy intentando.
El motivo es qué ya no sé donde buscar ayuda, no sé que más puedo hacer, pero no quiero rendirme, quiero a mi hermano con todo mi corazón y él es un ser humano extraordinario, y verle sufrir tanto a veces resulta insoportable.
Él es el mayor de … hermanos y yo soy tres años menor que él.
Ahora tiene 49 años y este calvario comenzó cuando el tenía 18 años aproximadamente, aunque es posible que antes ya hubiese señales de que algo no iba bien y no nos dimos cuenta. A partir de esa edad, y de forma gradual durante 5 ó 6 años, las cosas fueron cada vez peor hasta que a los 27 años, más o menos, tubo que ingresar en psiquiatría de forma «voluntaria». Salió de ahí con un tratamiento que al principio le dejó hecho una piltrafa humana pero con el tiempo él fue regulando la medicación y bajando las dosis, hasta conseguir una estabilidad que le ha permitido trabajar como …, en lo que había estudiado, tener su casa y una pareja estable.

Esto ha durado más de 15 años, con sus pequeños altibajos (pequeños comparados con lo que habíamos vivido).

Hace dos años, los altibajos comenzaron a ser cada vez más frecuentes y más duros, hasta que en enero de este año volvió a ingresar en psiquiatría durante tres semanas. Salió con un ajuste de medicación y bastante más relajado, pero
esta vez no está consiguiendo remontar y los días, las semanas y los meses están pasando como si estuviésemos en una montaña rusa.
La relación con su mujer se está deteriorando cada día un poco más, no consigue trabajar más de dos días seguidos, está sumido en la más absoluta soledad y tristeza, con ataques de angustia, de lloros, y de desesperación. Yo le veo luchar por seguir viviendo, buscar y buscar sin descanso a qué aferrarse hasta el agotamiento. Creo que a lo mejor te estoy cansando, pero como verás me encuentro bastante desesperada, yo siempre he estado a su lado y nunca dejaré de estarlo. Mi ilusión ahora mismo es encontrar a alguna persona con la que mi hermano pudiese
compartir esos sentimientos que los de su alrededor no podemos entender, que compartiese con alguien todo lo que lleva dentro y que no alcanzamos a ver, a lo mejor así no se sentiría tan solo.

Salud y muchísimas gracias por escucharme.
M.»

3 respuestas to “Una historia que contar.”

  1. ana 01/08/2013 a 0:24 #

    Hola:Yo creo que cada caso es distinto, pero a la hora de necesitar apoyos de gente que nos comprenda es muy importante,Yo ahora mismo estoy imformandome de asociaciones y grupos de bipolares y creo que desde los centros de salud mental no nos asesoran muy bien en este tema,,,ANIMO A TODA LA GENTE QUE HAYA ESTADO EN GRUPOS DE BIPOLARES A QUE CUENTE SUS EXPERIENCIAS .ANIMO Y UN BESO

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  2. Atimaya 03/03/2014 a 1:06 #

    Felicidades por la publicacion de tu libro, no es cosa fácil, pero eres de los pioneros. Ya habrá otros, hasta que el TB sea tan conocido como una gripe. Un abrazo desde la misma trinchera. Atimaya

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    • Sergio Saldaña Soto 03/03/2014 a 15:31 #

      Muchas gracias, Atimaya.

      Cuento con ello, con que muchos vengan detrás, y si saltan desde detrás de esta puta misma trinchera, mejor. No sé si aportaremos calidad, pero sí cantidad.

      Esta semana me he enterado que el director de cine Francis Ford Coppola también tiene trastorno bipolar. Ése sí que aporta calidad…

      Un beso, y hasta cuando quieras arrimarte y comentar lo que te apetezca.

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