-Si me dieran 100 € por cada vez que me han dicho algo parecido…
-Ya tío. Pero es que haces las cosas muy difíciles. No es que te cueste decidirte, es que te comes el tarro con historias que no tienen tanta miga.
-Vaya, creía que uno de mis mejores avances había sido ser prudente en mis decisiones. Eso lo consigo a base de ser reflexivo.
-No cuela.
-De acuerdo, no cuela. Lo vuelvo a intentar. Desde que tenía 15 años le he dado vueltas a la cabeza, sobre todo en la cama. Dándole al centrifugado. Y no para tomar una decisión necesariamente. Te digo lo que decía entonces: no lo puedo remediar.
-Vamos a ver, chaval ¿Te ayuda a decidir la mejor de las opciones?
-Reconozco que no. Pero eso no significa que sea destructivo. O que me absorba unas energías que no tengo. O que distorsione la realidad. Simplemente miro el asunto desde un excesivo número de ángulos. Eso me lleva tiempo y me puede quitar horas de sueño.
…
Reivindico que darle demasiadas vueltas a las cosas es algo intrínsecamente inocuo. Con el tiempo y la aceptación, no provoca sufrimiento. ¿Que es un poco agónico? Pues sí. Como comerse las uñas o ser osasunista. Y yo no ando creyendo que le voy a solucionar la vida a uno por decirle que no se coma las uñas.
Esto me recuerda un poco a lo primero que hay en mi última entrada. Darle vueltas a la cabeza o tener ansiedad no son cosas que elegimos, pero siempre vendrá alguien a decirnos que todo sería más fácil si no lo hiciésemos/tuviésemos… ¿EN SERIO? NO LO SABÍA, MUCHAS GRACIAS, ME HAS ARREGLADO LA VIDA.
Nos leemos 🙂
– Wuss Puss.
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Muy buenos días, Wuss Puss.
A esta entrada le faltaba tu acertada dosis de acidez. Muchas gracias por añadirla en una buena medida.
Y sí, nos leemos. Seguiré urgando en tu blog. Me da el tono esta entrada que desde aquí recomiendo:
Un besico
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